Cuando un matrimonio se rompe y se opta por el divorcio, son los hijos en común los que también sufren y más aún si estos son pequeños pero conscientes de todo lo que está ocurriendo a su alrededor. Esta nueva etapa en su vida puede ser difícil y extraña, suponiendo para muchos de ellos un cambio difícil de asimilar que podría traerles serios problemas en su estabilidad emocional. Ser un padre divorciado no es una tarea sencilla, pero la prioridad debe ser el bienestar de los hijos en común y por ello vamos a daros un par de útiles consejos.
En primer lugar no se debe uno olvidar de que los pequeños se percatan de todo lo que ocurre a pesar de que no lo entiendan y por tanto hay que tratar de normalizar la situación lo antes posible, hablar con los hijos para explicarles de la forma más neutral posible lo que ha ocurrido y porque se presenta la nueva situación en la que deben vivir. No es recomendable ocultar la verdad ya que solo podría traer más problemas que son innecesarios y poner en peligro la estabilidad emocional de los niños.
Sin duda, cuando un matrimonio se divorcia los conyugues desean rehacer sus vidas lo antes posible, pero quizás sea más beneficioso para los niños que este paso se dé de una forma más relajada y no meter en la vida de los niños una nueva pareja, demasiado pronto. Estos tienden a rechazar a las nuevas parejas de sus respectivos padres porque como ya hemos explicado, les cuesta adaptarse a la nueva situación familiar y sobretodo les cuesta entender porque sus padres ya no pueden estar juntos.
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